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Dios nos protege: Salmo 91



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Hay momentos de necesidad, en los que uno necesita algo. Puede ser dinero, una casa, un trabajo, algo de paz interior, un buen consejo, en resumen, hay algo que uno necesita...

Sentir la protección, y el descanso de Dios. Ese sosiego del alma, que silencia cualquier ruido, cualquier situación, y nos hace sentir que Dios nos cuida.

Y es precisamente en esos momentos de necesidad, en los que hay pensamientos inquietantes, en esos momentos de perturbación, y hay angustia, necesitamos a Dios
Muchas personas en circunstancias angustiosas leen el Salmo 91, que es uno de los salmos más conocidos. Es un salmo que invoca la protección de Dios sobre uno. Es un salmo de esperanza. De guía. Y sin duda alguna, necesitamos proteger nuestro corazón de las preocupaciones del día a día, necesitamos esperanza en Dios y necesitamos la guía sabia que nos conduce al éxito. Por ello el recordar el Salmo 91 puede ayudarnos en este cometido. ¿En sí mismo el salmo protege, dirige o guía? No. Es Dios quien da protección. El Salmo 91, no debe ser visto como amuleto. Son expresiones inspiradas, que salieron del corazón de YHWH, de ese YHWH-yiré que nos provee todas las cosas. Son pensamientos poderosos que nos invitan a la esperanza y a reflexionar en el cuidado providencial de Dios.

Pero leerlo hace que el creyente recuerde razones por las cuales puede confiar en el poder protector de YHWH.

¿Por qué confiar en la protección de Dios, particularmente en esos momentos de angustia?

Responde el Salmo 91:

El que habita a la sombra del Altísimo,
   se acoge a la protección del Todopoderoso.


El que habita...


El único requisito para disfrutar del poder protector de Dios es estar en el lugar secreto del Altísimo: el favor de Dios, atesorado en su corazón. Si uno está en el corazón de Dios, ¿es posible que Dios se olvide de un@?



Ciertamente diré a YHWH: “Tú eres mi refugio y mi plaza fuerte, mi Dios, en quien de veras confiaré”.

El creyente confiesa que YHWH es su refugio y fortaleza. El Dios digno de confianza. No hay relato bíblico en el que Dios no intervenga para salvar. Para dar fuerzas. Para socorrer. Para consolar. Esa es la confianza, en el poder, el amor, y la gracia de Dios, inagotables todas, en constante sintonía con nuestra vida. Sí, en esos momentos de necesidad, de angustia, hay que creer en Dios, reclamar la presencia y el amparo de Dios, mi Dios.  

¿Algo nos preocupa? Dios lo sabe. ¿No tenemos paz en el corazón? Dios lo sabe. Pero el creyente no tiene dudas sobre a quién acudir en busca de refugio.

3 Él te librará del lazo del cazador,
de la peste destructora.
4 Con sus plumas remeras te cubrirá
y debajo de sus alas estarás seguro;
escudo y protección es su verdad.
5 No temerás al terror nocturno
ni a la saeta que vuele de día,
6 ni a la pestilencia que ande en la oscuridad,
ni a mortandad que en medio del día destruya.


Múltiples son las amenazas. Los enemigos tienden trampas, hay adversidades como pestes, contagiosas para enfermar el alma.

Pero Dios, cual águila, extiende sus alas, para cubrir con su sombra a sus hij@s. Nada que temer. A Dios, el enemigo nunca lo toma desprevenido. Dios ya tiene el refugio listo, y la solución a las dificultades.


YHWH es el Dios de la Verdad. Él no puede mentir. Si ha prometido protección, es Su promesa bendita de ayudarnos y protegernos la que representa nuestra protección.

¿Es que Dios elimina las amenazas? 

No necesariamente. Dios no evitó que Faraón llegase al campamento israelita frente al Mar Rojo. Dios no impidió que los asirios llegasen a Jerusalén misma en tiempos del Rey Ezequías.

Las amenazas pueden ser claras, nítidamente evidentes, como una flecha que vuela de día. O pueden ocultarse, como si fueran una atemorizante sombra en la noche. Y pueden presentarse circunstancias amenazantes, pero mezcladas con la luz de la oportunidad del mediodía.

¿Qué pide Dios? No tener miedo a ninguna amenaza. No tener pavor de nada. Dios sabe las cosas antes de que nos percatemos de ellas. Por eso el tener valor y confianza en Dios frente a la adversidad es el antídoto contra las diversas circunstancias y problemas.

No hay temor en el amor, escribió el apóstol Juan. ¿Qué significa? Que el temor es una energía negativa que atrae más cosas negativas, y hace creer que las cosas son peores de lo que se cree. El temor paraliza, socava la confianza. Pero el amor perfecto de Dios hacia cada uno o una de nosotros y nosotras nos mueve a tener valor. Valor, y no temor ante las circunstancias, es lo que nos ayuda a salir airosos de una situación.

Y ese valor proviene de  la confianza en ese Dios que no falla. Que suple TODA necesidad conforme a sus riquezas en gloria por medio de Cristo Jesús (Filipenses 4:19).

¿Qué necesitas? Busca a YHWH, con fe, humildad, y la certeza de que todo será para bien. Es lo que debemos recordar, porque es la promesa de Dios, escrita en el Salmo 91.




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