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Para agradar a Dios, ¿debo obedecer ciegamente al líder o líderes de mi religión?



Muchas personas son creyentes. Hombres y mujeres de fe, una fe personal, real y auténtica. Y son parte de una Iglesia, religión, centro cristiano u organización religiosa.  

Y es precisamente porque son creyentes, y tienen fe en Dios, se preguntan el por qué sus líderes, pastores, ancianos, o como se llame su líder o líderes religiosos, parecen reclamar para ellos mismos una obediencia ciega, incondicional, y se colocan como el único conducto o puente que los acerca a Dios.

¿Ese es su caso?

Jesús nos enseñó la necesidad de conocer la verdad y que esta nos haga libres. Libres para adorar a YHWH en espíritu y verdad. Pero esa frescura, esa alegría que refresca nuestras almas por el amor de Dios hacia nosotros/nosotras, contrasta con el cúmulo de reglas, doctrinas y mandamientos de origen humano, no divino (Juan 4:24, 8:31, 32).

Una de las cosas en las que enfatizan estos líderes radica en el sectarismo.
Si yo soy de esta iglesia o religión X, sólo YO y los miembros de mi religión tenemos a Dios y el monopolio de la verdad y la salvación. 

Los demás que no son de mi religión, ¿qué futuro pueden esperar? El infierno, la muerte en el Armagedón, el juicio eterno, Dios no los hará ricos y prósperos, etc.
  

Sin embargo, la pregunta pertinente es:

Para agradar a YHWH, ¿debo decirle sí y amén a todo lo que me diga el pastor, cura, anciano o líder de mi religión, particularmente si sé que está fuera de las Escrituras y busca limitar mi libertad auténtica en Cristo Jesús?
  
La fe es personal, única e intransferible. Mi relación con Dios es mía, mi derecho como hijo o hija de YHWH es mío, gracias al sacrificio de Jesús, y no está sometido a ninguna figura humana.

Las personas pensantes escudriñan, buscan, analizan, oran pidiendo a YHWH el entendimiento correcto.

El apótol Pablo escribió sobre nuestra condición de libertad (2 Corintios 5:17, 18):

Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo. 18 Todo esto es la obra de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el encargo de anunciar la reconciliación.


Dios no puso a ningún intermediario entre Él y nosotros, salvo Jesucristo. Sin embargo, estos personajes se convierten en amo sobre la fe cristiana. En amos sobre tu fe en Dios. 

Amos que buscan regular tu forma de vestir, de hablar, de qué música escuchar o no. Jesús no hizo eso, ¿o sí?

 
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