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La Paz de Dios


Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:7

Nueva Versión Internacional (NVI)

La Paz de Dios... esa es una frase que intriga. En medio de la confusión, el caos en el que vive este mundo, uno se pregunta:

¿Qué es la Paz de Dios?
¿Es posible tener esa Paz de Dios?

La evidencia histórica indica que el creador de la frase "La Paz de Dios", es el apóstol Pablo, quien la escribió en Roma durante su primera estancia en prisión, entre los años 59 a 61 E.C. Estaba bajo la custodia de “toda la guardia pretoriana”.


Prisión Mamertina en Roma

Uno se pregunta: ¿cómo un hombre preso puede hablar de la Paz de Dios? ¿Es posible en medio de problemas difíciles tener esa Paz?

La Paz de Dios es un estado emocional, espiritual y mental, el cual es creado por la operación de la acción del espíritu de Dios, pero que requiere la acción personal de tener los pensamientos positivos y espirituales correctos.


Si una persona fuera capaz de mantenerse en ese estado descrito como la "Paz de Dios" que supera a todo pensamiento, puede lograr tener una vida de mayor bienestar y satisfacción, mejores relaciones personales, mejor situación económica, mejor salud, en resumen, una vida mejor.

Para tener la Paz de Dios es indispensable autoexaminarse y saber: ¿qué me preocupa?


Por supuesto que es imposible no preocuparse por algunos asuntos, como la salud, la familia, la situación económica, pero el punto es saber cómo se enfoca la realidad, cómo se evalúan las circunstancias que uno vive:

Es cuestión de ver las cosas con el cristal correcto:


El ideograma chino que representa la palabra crisis. Está compuesto por dos componentes: uno de ellos significa problema, y otro significa OPORTUNIDAD.


La Paz de Dios significa tener claridad mental. Y esa claridad implica ver las situaciones con realismo, y concentrarse en el aspecto positivo que pueda ofrecernos.

Entendemos, equivocadamente, que la paz de Dios significa no tener problemas, no afrontar situaciones de apremio, no pasar por peligros y hasta confrontaciones. Es, sin duda, algo equivocado.



Dios no nos promete que no tendremos problemas. Dios no nos promete que no tendremos pruebas y tormentas en la vida. Lo que sí promete es darnos paz. 

Esa paz es la que se deriva de saber que Dios no nos desamparará, que no nos dejará solos, ni nos dejará sin salida.
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