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El peligro de estresarse


Vivimos de afanes. Apresurados, con 100 cosas que hacer. Queremos hacer todo rápido, y ese estilo de vida genera estrés y ansiedad.

Un autor especializado en temas médicos explica sobre el estrés: “El cuerpo responde a tales presiones como un avión que se prepara para el despegue”. En efecto, aumentan el ritmo cardíaco, la tensión arterial, los niveles de azúcar en la sangre y la producción de hormonas. “Si el estrés persiste —prosigue dicho autor—, el funcionamiento de todas las partes del cuerpo directamente implicadas (cerebro, corazón, pulmones, vasos sanguíneos y músculos) se acelera o deprime de manera crónica, lo que termina provocando lesiones físicas o psicológicas.” La lista de dolencias vinculadas al estrés es alarmante: enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, trastornos inmunológicos, cáncer, afecciones reumáticas y diabetes, por mencionar solo unas cuantas.

El estrés se encuentra en la cabeza, ya que es el cerebro el responsable de reconocer y responder de distintas formas a los estresores. Cada vez son más numerosos los estudios que corroboran el papel que juega el estrés en el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. Un estudio de la Universidad de California demostró que un estrés fuerte durante un corto periodo de tiempo, por ejemplo, la espera previa a la cirugía de un ser querido, es suficiente para destruir varias de las conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro. Esto es, un estrés agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico, por su parte, demostró la disminución del tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria. Por lo menos, éste es el efecto encontrado en experimentos con ratas.

Se sabe, que el concepto de Estrés se remonta a la década de 1930, cuando un joven austriaco de 20 años de edad, estudiante de segundo año de la carrera de medicina en la Universidad de Praga, Hans Selye, hijo del cirujano austriaco Hugo Selye, observó que todos los enfermos a quienes estudiaba, indistintamente de la enfermedad propia, presentaban síntomas comunes y generales: cansancio, perdida del apetito, baja de peso, astenia, etc. Esto llamó mucho la atención a Selye, quien lo denominó el "Síndrome de estar Enfermo".

Hans Selye se graduó como médico y posteriormente realizó un doctorado en química orgánica en su universidad, a través de una beca de la Fundación Rockefeller se traslado a la Universidad John Hopkins en Baltimore E.E.U.U. para realizar un posdoctorado cuya segunda mitad efectuó en Montreal Canadá en la Escuela de Medicina de la Universidad McGill, donde desarrolló sus famosos experimentos del ejercicio físico extenuante con ratas de laboratorio que comprobaron la elevación de las hormonas suprarrenales (ACTH, adrenalina y noradrenalina), la atrofia del sistema linfático y la presencia de ulceras gástricas. Al conjunto de estas alteraciones orgánicas el doctor Selye denominó "estrés biológico".

La revisión de los principales tipos de estresores que se han utilizado para estudiar el estrés, nos proporciona una primera aproximación al estudio de sus condiciones desencadenantes, y nos muestra la existencia de ocho grandes categorías de estresores:

• situaciones que fuerzan a procesar información rápidamente
• estímulos ambientales dañinos
• percepciones de amenaza
• alteración de las funciones fisiológicas (enfermedades, adicciones, etcétera)
• aislamiento y confinamiento
• bloqueos en nuestros intereses
• presión grupal
• frustración

Sabemos lo que es el estrés. Lo hemos vivido...

Pero, lo contrario de la prisa, del afán, es la calma, la quietud. La quietud no significa inactividad. La palabra quietud en hebreo significa: “Estar quieto, callado, sin interrupciones”.

Deseamos encontrar solución a nuestros problemas. Queremos superar el
estrés.

Muchos acuden al jefe en busca de ayuda para solucionar un problema, pero no tienen calma para escucharle, incluso se adelantan a responder cuando la otra persona no ha terminado de hablar. Esta actitud además de crear confusión incrementa el estrés y no contribuye a solucionar nada. Nunca debes sacar conclusiones apresuradas o poner en boca de otros alguna palabra que no han dicho.

Aprende a escuchar. Tu actitud para escuchar debe ser calmada y apacible. Si estás ansioso y enojado no escuchas, solamente esperas algo que te provoque para reaccionar. Para poder escuchar y hablar es necesario encontrar primero la paz interior.


Cuando se vive a prisa no se disfruta nada. Sobre esto la Escritura nos dice en
Lucas 10:38-42:

Ahora bien, mientras seguían su camino, él entró en cierta aldea. Aquí cierta mujer, de nombre Marta, lo recibió en la casa como huésped. 39 Esta también tenía una hermana llamada María, quien, sin embargo, se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. 40 Marta, por otra parte, estaba distraída atendiendo a muchos quehaceres. De modo que se acercó y dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender las cosas? Dile, por lo tanto, que me ayude”. 41 En contestación, el Señor le dijo: “Marta, Marta, estás inquieta y turbada en cuanto a muchas cosas. 42 Son pocas, sin embargo, las cosas que se necesitan, o solo una. Por su parte, María escogió la buena porción, y no le será quitada”.

Marta estaba encargada del banquete para Jesus. Quería ofrecerle lo mejor a Él. Pero estaba muy inquieta y turbada. Perdió el enfoque en lo que realmente era valioso.

La solución no es no tener nada que hacer. No hacer nada es tan malo con hacer más de una tarea a la vez. No puedes hacer muchas cosas al mismo tiempo, y si lo intentas ninguna sale bien. Si le das a cada cosa su momento y su lugar todo lo harás mejor.


El problema de Marta era que estaba haciendo una cosa pero pensaba en muchas otras y eso la turbaba. La palabra inquieta en el griego significa ansioso, preocupado.


En
Lucas 10:42 leemos lo que Jesús le responde:

Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

En Economía se enseña sobre la pirámide de Maslow. Ésta indica que el hombre satisface sus necesidades primarias: comida, vestido y techo, hasta llegar a la autorrealización. Maslow se olvidó de la necesidad espiritual que debería ser la primera. Para este psicólogo la autorrealización se alcanza cuando, luego de satisfacer nuestras necesidades básicas, somos capaces de meditar y dedicarnos a cultivar nuestro espíritu, leyendo o escribiendo un libro y reflexionando. Quizá por eso la sociedad está de cabeza. Lo mejor sería primero meditar para luego actuar y proveernos de lo necesario.

Jesús dijo: “hay una sola cosa necesaria”. Si llenamos nuestra necesidad espiritual, si saciamos nuestra hambre y sed de Jehová, el afán por lo demás empezará a desaparecer. La palabra de Dios nos da instrucciones, si las escuchamos y seguimos, el afán por el vivir desaparece, no nos turbará. Esto se aplica a todos por igual. Hay que leer, creer y llenar nuestra necesidad espiritual con su palabra.


Cuando vives por tu propio interés y no por el de los demás, terminas afanado y angustiado. Las personas egocéntricas manejan mucha ansiedad porque están concentradas en sus problemas y no piensan en el prójimo.


Jesucristo nos enseñó que no quiere que uno esté sin ocuparse, sino que quiere que uno no se inquiete mientras está ocupado. El agotamiento no viene por el exceso de trabajo sino por el afán y el exceso de preocupación. Termina agobiada y agotada la persona cuya actitud mental está perturbada por los problemas, mucho más que por una actividad física.

Proverbios 14:30

Un corazón calmado es la vida del organismo de carne.

Mateo 6:31

Nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’, o ‘¿qué hemos de beber?’, o ‘¿qué hemos de ponernos?’

Mateo 6:34

Por lo tanto, nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes. Suficiente para cada día es su propia maldad.

Filipenses 4:6-7

No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; 7 y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús.


Consecuencias negativas de la preocupación


Primero: preocupado habla mal de quienes no lo están. El adicto al trabajo se compara con los demás y se siente superior. Ahora se alaba el estrés porque se cree sinónimo de éxito. Pero es necesario encontrar un balance.


Hay corporaciones que antes de contratar a un nuevo empleado le preguntan: ¿está dispuesto a trabajar duro, al punto de sacrificar a su familia si la empresa lo requiere? A las personas que responden positivamente no las contratan, porque saben que están contratando a alguien problemático, incapaz de manejar diferentes aspectos de su vida. En sus inicios, la compañía fabricante de autos Ford sólo contrataba personas casadas. Era como una familia que vivía pendiente de sus trabajadores. Sabían encontrar personas que lograban balance en sus vidas y le daban lugar tanto al trabajo como a su vida personal.


Segundo: El estresado siempre se victimiza. Es típico que las personas dedicadas a muchos quehaceres sientan que se aprovechan de ellas.


Marta criticó a su hermana. La versión de la Biblia al Día dice: “¿No crees que es injusto que mi hermana esté allí sentada mientras yo me mato trabajando?” Ella debió dejar de acusar, dejar la cena de lado y, al igual que María, se hubiera dedicado a escuchar a Jesús.


¡Con esta actitud también acusaba al Señor! Es como si le dijera: “¿No crees que es injusto que sólo yo tenga que hacer la cena, por qué no le dices a mi hermana que me ayude? Es injusto que te escuchen a ti cuando hay mucho quehacer”.


Muchos cansados y estresados terminan en el hospital. Alguna persona dirá de una persona en un hospital: “Dios te mandó a descansar”. ¡Eso es blasfemar contra Dios! Dios no envía enfermedad para castigar o dar una lección. Si uno se enferma por estrés no se debe culpar a Dios.


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